En los debates políticos y en diversos
campos de las ciencias sociales, han sido notorias las dificultades para
formular alternativas teóricas y políticas a la primacía total del
mercado, cuya defensa más coherente ha sido formulada por el
neoliberalismo. Estas dificultades se deben, en una importante medida,
al hecho de que el neoliberalismo es debatido y confrontado como una
teoría económica, cuando en realidad debe ser comprendido como el
discurso hegemónico de un modelo civilizatorio, esto es, como una
extraordinaria síntesis de los supuestos y valores básicos de la
sociedad liberal moderna en torno al ser humano, la riqueza, la
naturaleza, la historia, el progreso, el conocimiento y la buena vida.
Las alternativas a las propuestas neoliberales y al modelo de vida que
representan, no pueden buscarse en otros modelos o teorías en el campo
de la economía ya que la economía misma como disciplina científica
asume, en lo fundamental, la cosmovisión liberal.
La expresión más potente de la eficacia
del pensamiento científico moderno es lo que puede ser descrito
literalmente como la naturalización de las relaciones sociales, la
noción de acuerdo a la cual las características de la sociedad llamada
moderna son la expresión de las tendencias espontáneas, naturales del
desarrollo histórico de la sociedad. La sociedad liberal industrial se
constituye –desde esta perspectiva– no sólo en el orden social deseable,
sino en el único posible. Esta es la concepción según la cual nos
encontramos hoy en un punto de llegada, sociedad sin ideologías, modelo
civilizatorio único, globalizado, universal, que hace innecesaria la
política, en la medida en que ya no hay alternativas posibles a ese modo
de vida.
Esta fuerza hegemónica del pensamiento
neoliberal, su capacidad de presentar su propia narrativa histórica como
el conocimiento objetivo, científico y universal y a su visión de la
sociedad moderna como la forma más avanzada -pero igualmente normal- de
la experiencia humana, está sustentada en condiciones histórico
culturales específicas. El neoliberalismo es un excepcional extracto,
purificado y por ello despojado de tensiones y contradicciones, de
tendencias y opciones civilizatorias que tienen una larga historia en la
sociedad occidental. Esto le da la capacidad de constituirse en el
sentido común de la sociedad moderna. La eficacia hegemónica actual de
esta síntesis se sustenta en las tectónicas transformaciones en las
relaciones de poder que se han producido en el mundo en las últimas
décadas. La desaparición o derrota de las principales oposiciones
políticas que ha enfrentado históricamente la sociedad liberal (el
socialismo real, y las organizaciones y luchas populares
anti-capitalistas en todas partes del mundo), así como la riqueza y el
poderío militar sin rival de las sociedades industriales del Norte,
contribuyen a la imagen de la sociedad liberal de mercado como la única
opción posible, como el fin de la Historia. Sin embargo, la
naturalización de la sociedad liberal como la forma más avanzada y
normal de existencia humana no es una construcción reciente que pueda
atribuirse al pensamiento neoliberal, ni a la actual coyuntura
geopolítica, sino que por el contrario tiene una larga historia en el
pensamiento social occidental de los últimos siglos.
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