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Como en una buena novela de espías, a comienzos de 2011 Santiago
ODonnell acudió al llamado del hombre del año, Julian Assange, para un
encuentro reservado en un castillo inglés. El autor, el único periodista
argentino que tuvo contacto con Assange, había sido investigado a
fondo, sus credenciales periodísticas fueron chequeadas y rechequeadas, y
recién allí logró encontrarse con el fundador de Wikileaks, para
recibir de su mano un pendrive con los cables sobre Argentina producidos
por la Embajada de los Estados Unidos en Buenos Aires. Cientos y
cientos de documentos secretos que no dejan tema sin tocar, muchos de
los cuales se revelan en ArgenLeaks por primera vez. Cables sobre
Cristina y sobre Néstor, sobre Amado Boudou, Guillermo Moreno, Hugo
Chávez, Antonini Wilson, sobre la AMIA, la oposición, Clarín, Marcelo
Tinelli, Joaquín Morales Solá y hasta despachos sobre el propio autor de
este libro, que recoge lo más jugoso de la pata argentina del escándalo
periodístico diplomático político que sacudió el avispero planetario.
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