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En los nueve capítulos de este ensayo, la autora hace un examen minucioso, siempre siguiendo la teoría evolucionista de Darwin, de las distintas etapas del amor, su remoto origen, la necesidad de formar una pareja, el deseo transformado con el tiempo en apego, la elección del ser amado, el proceso de duelo ante una relación frustrada y las formas de conservar vivo el amor. No es el fin de Fisher, como sí lo es de Erich Fromm en El arte de amar, proponer una idea del amor sana, justa para ambas partes, beneficiosa. En vez de ello, Helen se da a la tarea, sin complejos, de describir al amor como una droga en extremo adictiva, que produce en el cerebro la emanación de sustancias muy parecidas a las que provocan los estupefacientes.
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